lunes, 30 de diciembre de 2013

Esas preguntas incomodas que hacen los hijos en Navidad...



Creo que estas van a ser las últimas navidades con "magia" para mi hijo mayor. Tiene 8 años y medio y ya hace muchas preguntas, demasiadas diría yo...Son Preguntas sobre los Reyes Magos y su existencia..que hay niños que dicen cosas...Que este año va a vigilar....
No sé si es porque ya toca o tal vez en el cole hay mucho listillo, y una capea el temporal como puede, con respuestas tipo ¡¿Que dices?! ,  ¡ Anda, anda no digas tonterías! o  ¿ Tú que crees? Como me decía hace poco el padre de las criaturas " Sólo se es niño una vez", y que razón tiene.  
Pero creo que en breve escribiré un post con mi experiencia personal.
Así que poco o a poco me voy preparando.  Me he aprendido una bonita historia de Navidad y que la verdad, me siento muy identificada, que me recomendó una amiga y que espero pueda resolver sus dudas cuando llegué el momento, y que reaccione como el niño del cuento.
Si quieres leer la historia pincha la parte que está en blanco con el lado izquierdo del ratón...


Apenas su padre se había sentado al llegar a casa, dispuesto a escucharle como todos los días lo que su hija le contaba de sus actividades en el colegio, cuando ésta en voz algo baja, como con miedo, le dijo:
- ¿Mamá?
- Sí, hijo, cuéntame
- Oye, quiero... que me digas la verdad
- Claro, hijo. Siempre te la digo -respondió la madre un poco sorprendida
- Es que... -titubeó David
- Dime, hijo, dime.
- Mamá, ¿existen los Reyes Magos?
La mamá de David se quedó muda, miró a su marido, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que la miraba igualmente.
- Los niños dicen que son los padres. ¿Es verdad?
La nueva pregunta de David la obligó a volver la mirada hacia el niño y tragando saliva le dijo:
- ¿Y tú qué crees, hijo?
- Yo no sé, mamá: que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen porque tú no me engañas; pero, como los niños dicen eso.
- Mira, hijo, efectivamente son los padres los que ponen los regalos pero...
- ¿Entonces es verdad? -cortó el niño con los ojos humedecidos-. ¡Me habéis engañado!
- No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que existen -respondió la madre cogiendo con sus dos manos la cara de David.
- Entonces no lo entiendo, mamá.
- Siéntate,David y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla -dijo la madre, mientras señalaba con la mano el asiento a su lado.
David se sentó entre sus padres ansioso de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su madre se dispuso a narrar lo que para ella debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:
- Cuando el Niño Jesús nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:
- ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.
- ¡Oh, sí! -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.
Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó:
- Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito.
Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y la voz de Dios se escuchó en el Portal:
- Sois muy buenos, queridos Reyes Magos, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme:
¿Qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?
- ¡Oh, Señor! -dijeron los tres Reyes postrándose de rodillas.
Necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero, no podemos tener tantos pajes., no existen tantos.
- No os preocupéis por eso -dijo Dios-. Yo os voy a dar, no uno sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.
- ¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible? -dijeron a la vez los tres Reyes Magos con cara de sorpresa y admiración.
- Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer mucho a los niños? -preguntó Dios.
- Sí, claro, eso es fundamental - asistieron los tres Reyes.
- Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?
- Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje -respondieron cada vez más entusiasmados los tres.
- Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?
Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo qu e Dios b estaba planeando, cuando la voz de nuevo se volvió a oír:
- Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes Magos de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, YO, ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos los regalos que deseen. También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia y a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños harán también regalos a sus padres en prueba de cariño. Y, alrededor del Belén, recordarán que gracias a los Tres Reyes Magos todos son más felices.
Cuando la madre de David hubo terminado de contar esta historia, el niño se levantó y dando un beso a sus padres dijo:
- Ahora sí que lo entiendo todo mamá. Y estoy muy contenta de saber que me queréis y que no me habéis engañado.
Y corriendo, se dirigió a su cuarto, regresando con su hucha en la mano mientras decía:
- No sé si tendré bastante para compraros algún regalo, pero para el año que viene ya guardaré más dinero.
Y todos se abrazaron mientras, a buen seguro, desde el Cielo, tres Reyes Magos contemplaban la escena tremendamente satisfechos.




¿Os ha pasado a vosotr@s? ¿ Cómo habéis resuelto sus dudas?

1 comentario:

  1. Hola acabo de leer tu post y me he detenido para decirte que me ha encantado. Yo como madre de un niño a punto de cumplir 8 años y de una niña de cinco años para seis, entiendo perfectamente tu preocupación.

    Fíjate que antes de que llegasen las Navidades una de mis sobrinas con 10 años y medio hizo la misma pregunta a sus padres pues llevaba ya mucho tiempo oyendo a sus compañeros de clase lo de que los Reyes son los padres. La pobre no quería creérselo y al descubrirlo le costó un gran disgusto, una noche en vela llorando (¡¡qué desilusión!!). Mi hermana quizás no tuvo la ocasión de darle esperanzas, de contarle una historia con algo de magia que alentase su corazón y lo llenase de alegría y no de decepción y rencor.

    Te agradezco este precioso relato que aquí compartes, pues sé que tarde o temprano mi hijo mayor también vendrá a preguntárnoslo y quiero poder responderle con Amor y sensibilidad para que ese día no lo recuerde con tristeza, si no como una lección de vida en la que además enseñas a amar a las personas que más te quieren.

    Bueno, no me enrollo más. Mil gracias por compartir la historia, y espero que tu hijo mayor conserve la ilusión por unos años más. A mí me da mucha pena que siendo aún tan niños tengan que toparse tan de golpe, con la vida misma. Creo que el misterio, la ilusión y los sueños pueden conservarse en el corazón aún cuando la realidad es la que es.

    Un placer descubrir tu blog. Un fuerte abrazo.

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